Un nuevo sendero terapéutico lograría que las células cancerígenas se mantengan apagadas

Investigadores de la UTA ofrecen pruebas de un concepto para una nueva nanomedicina diseñada para inhibir el crecimiento de tumores al mantener el cáncer latente

Tel Aviv. El osteosarcoma es un cáncer que se desarrolla en los huesos de niños y adolescentes. Es una de las formas de cáncer más agresivas, con tan solo una tasa de supervivencia del 15 % cuando se la diagnostica en un estado de metástasis avanzada. Se diagnostican aproximadamente unos ochocientos casos nuevos todos los años en los Estados Unidos, y no hay tratamientos viables.

Un nuevo estudio de la UTA ofrece la esperanza tangible de disponer de un sendero terapéutico para mantener latentes las lesiones del osteosarcoma. Asimismo, este provee la ciencia de base fundamental para el desarrollo de nuevas nanomedicinas elaboradas para mantener las células cancerígenas en estado asintomático.

Pionera de este concepto fue la profesora Ronit Satchi-Fainaro, jefa del Departamento de Fisiología y Farmacología de la Facultad de Medicina «Sackler» de la UTA y presidenta del Laboratorio de Nanomedicina y Angiogénesis del Cáncer de la UTA. El estudio es el resultado de la colaboración durante cinco años entre el equipo de la profesora Satchi-Fainaro, dirigido por la doctorando Galia Tiram y los laboratorios de Rainer Haag y Marcelo Calderón de la Universidad Libre de Berlín. Fue publicado hace poco en la revista ACS NANO.

Cómo encontrar el interruptor para las células cancerígenas

«Nos proponemos mantener el «interruptor» del cáncer apagado», afirma la profesora Satchi-Fainaro. «Una vez que el osteosarcoma hace metástasis lejos del sitio del tumor primario, no existe un tratamiento efectivo, sino tan solo formas diferentes de prolongar la vida.»
Un artículo de 1993, de la revista New England Journal of Medicine, escrito por William C. Black y H. Gilbert Welch, sobre las lesiones latentes de cáncer descubiertas en las autopsias de gente considerada sana hasta su muerte a causa de accidentes constituyó la base de nuestra investigación. Decidimos investigar la recurrencia del osteosarcoma, con la mirada puesta en el valor potencialmente terapéutico de la latencia.
Los tumores de osteosarcoma pueden volver con más virulencia, incluso si se los atrapa en estadios tempranos y se los extirpa del lugar primario. En el caso de «enfermedad residual mínima», las células cancerígenas que quedan después de la cirugía en un sitio determinado de repente «se encienden», y la enfermedad vuelve a aparecer. En el otro caso, el de «lesiones micrometastásicas latentes», los minitumores que las tecnologías de imágenes no detectan de repente vuelven a surgir como enormes macrometástasis, especialmente en los pulmones.

«Decidimos entender qué es lo que provoca que las células de cáncer «se enciendan» en estos casos», explica la profesora Satchi-Fainaro.
Siempre y cuando las células de cáncer se mantengan asintomáticas y latentes, el cáncer es una enfermedad manejable. Muchas personas viven con lesiones en las tiroides sin saberlo, por caso. El nuestro es un enfoque optimista, y creemos que se podría aplicar a otras formas de cáncer.

¿Un disyuntor contra las células de cáncer?

La profesora Satchi-Fainaro y su equipo se valieron de ratones para crear pares modelo de tejidos tumorales de osteosarcoma (en parte cáncer «silencioso» y en parte cáncer «progresivo») y observaron sus características intrínsecas. «Apuntamos a examinar qué era diferente porque sabíamos que, si éramos capaces de entender su génesis, estábamos en condiciones de comprender que hacía que el tejido tumoral se mantuviera latente», agrega la profesora Satchi-Fainaro. «Si podíamos inhibir el crecimiento del cáncer, podríamos apuntar contra él y mantenerlo latente.»

Los investigadores hicieron la secuencia de micro-ARN en el tejido y encontraron 3 micro-ARN que estaban expresados en niveles bajos en el tejido del tumor agresivo y, en altos niveles, en el tejido tumoral latente. Después insertaron el micro-ARN en los tejidos tumorales y los colocaron en una placa de Petri; observaron un potencial maligno reducido, que quedaba demostrado por la habilidad disminuida de las células de cáncer de comunicarse con las células normales que se hallaban presentes en el microambiente.

«Observamos que las células de osteosarcoma tratadas con los micro-ARN seleccionados eran incapaces de emplear los vasos sanguíneos para alimentar su propio crecimiento», observa la profesora Satchi-Fainaro.

Para mantener estos micro-ARN estables en la sangre, necesitábamos encapsularlos en una nanopartícula que circula en vasos sanguíneos sanos, pero que desembarcan la droga y la entregan en los vasos sanguíneos agujereados que se encuentran en el sitio de los tumores. Diseñamos una nanomedicina que tendría un método especial de activación en el sitio del tumor, en la célula contra la que se apunta.
«Los ratones tratados con esta nanomedicina vivieron durante seis meses, lo que es el equivalente a unos veinticinco años de un ser humano», informa la experta. «Esto hace que seamos optimistas. Si no podemos enseñarles a las células tumorales a que sean normales, al menos podemos enseñarles a que permanezcan latentes.

De acuerdo con la profesora Satchi-Fainaro, este enfoque terapéutico promete tener un gran potencial. Ella y su equipo se encuentran analizando otros tipos de tumores y también planean llevar esta investigación en marcha a las pruebas clínicas. «Esto encierra un potencial enorme porque la inserción de micro-ARN afecta muchos muchos genes, lo que hace que sea mucho más difícil que el cáncer los evite y compensa esta pérdida con senderos alternativos», concluye la profesora Satchi-Fainaro. «Espero que nuestros descubrimientos se apliquen a otros tipos de tumores bajo una forma universal para tratar el cáncer.»