No dormir suficiente interfiere con las emociones

Un estudio de la Universidad de Tel Aviv revela el mecanismo neurológico reponsable por la neutralidad dañada a causa de la falta de sueño.

Tel Aviv- ¿Nunca se sintió irritado o de mal humor tras una larga noche? La capacidad del cerebro para regular nuestras emociones probablemente se vea comprometida por la fatiga. Estas son malas noticias para el 30% de adultos de los Estados Unidos que duermen menos de seis horas por noche, de acuerdo con el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades.

Una nueva investigación de la Universidad de Tel Aviv identificó el mecanismo neurológico responsable de la alteración en la regulación de las emociones y del aumento de la ansiedad debidos a tan sólo una sola noche de insomnio. El estudio revela los cambios que la falta de sueño le provocan a nuestra capacidad de regular las emociones y de destinar recursos del cerebro para el procesamiento cognitivo.

La investigación fue dirigida por la profesora Talma Hendler de la Escuela de Neurociencia «Sagol» de la Universidad de Tel Aviv, la Facultad de Mediciana «Sackler» y la Escuela de Ciencias Psicológicas, y llevada a cabo por Eti Ben-Simon, estudiante de postgrado de la Universidad de Tel Aviv en el Centro para Funciones Cerebrales del Centro Médico Sourasky de Tel Aviv. Recientemente fue publicada en el Journal of Neuroscience.

¿Acaso ya no queda nada neutral?

«Antes de nuestro estudio, no quedaba en claro qué era responsable de los deterioros emocionales que provocaba el insomnio», afirma la profesora Hendler. «Partimos de la premisa de que la pérdida de sueño intensifica el procesamiento de imágenes emocionales, con lo que se obstruye la capacidad del cerebro para ejecutar funciones. Por cierto, nos quedamos sorprendidos al observar que esto afecta en forma significativa el procesamiento tanto de imágenes neutrales como de aquellas con carga emocional.»

«Resulta que perdemos la neutralidad. La capacidad del cerebro para decidir lo que es importante se ve comprometida. Es como si de repente todo fuera importante», agrega.

Para los fines de este estudio, Ben-Simón hizo que 18 adultos permanecieran despiertos durante toda la noche para tomarles dos baterías de tests mientras se les hacía un escáner cerebral (una resonancia magnética y/o un electroencéfalograma): el primero después de una buena noche de sueño, y el segundo tras una noche en vigilia en el laboratorio. Uno de los tests requería que los participantes describieran en qué dirección se movían unos puntos amarillos por sobre imágenes que los distraían. Estas imágenes eran, bajo un punto de vista emocional, «positivas» (un gato), «negativas» (un cuerpo mutilado), o «neutrales» (una cuchara).

Bien dormidos, los participantes eran capaces de identificar la dirección de los puntos que flotaban por sobre las imágenes neutrales con más rapidez y mayor precisión, y el electroencéfalograma señalaba diferentes respuestas neurológicas frente a distractores emocionales y neutrales. Por otro lado, ante la privación del sueño, los participantes tenían un rendimiento muy bajo en los casos en que se los exponía a imágenes neutrales y emocionales, y las respuestas eléctricas del cerebro, según la medición del electroencéfalograma, no reflejaban una respuesta muy diferente frente a las imágenes emocionales. Esto señalaba una disminución del procesamiento regulatorio.

«Podría ser que la privación del sueño afecta el juicio de las personas, pero es más probable que la falta de sueño cause que las imágenes neutrales provoquen una respuesta emocional», dice Ben-Simón.